La enfermedad inflamatoria intestinal es un término que se utiliza para referirse a una serie de problemas que afectan al intestino, siendo las más destacadas la: Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa.
A continuación veremos su tratamiento:
Empezamos por los aminosalicilatos (mesalazina y sulfasalazina), usados sobre todo en colitis ulcerosa de leve a moderada. Son fármacos relativamente seguros: pocas contraindicaciones, efectos adversos poco importantes….
Continuamos con los corticoides, fármacos de elección para la remisión de los brotes moderados-severos, pero no eficaces en el tratamiento. Existen numerosas e importantes complicaciones asociadas a su uso:
-Corticorresistencia: pacientes que no responden al tratamiento.
-Corticodepencia: pacientes que agravan sus síntomas cuando se intenta retirar el medicamento.
-Mayor necesidad de cirugía y probabilidad de infección.
-Alta incidencia de efectos adversos: hipertricosis, cushing, hipertensión, osteoporosis y cataratas.
También son muy usados los inmnunosupresores (ciclosporina, tacrólimus, metotrexato, tiopurina y azatioprina) que constituyen alternativas en pacientes con enfermedad moderada-grave que no responden a corticoides. Entre sus efectos adversos hay que destacar neurotoxicidad y hepatotoxicidad.
En cuanto a la antobioticoterapia, sólo está recomendada en los casos en los que haya infección.
Finalmente y no por ello menos importantes, están los “gold standard”, los anti-TNFα (infliximab y adalimumab). Fármacos usados en pacientes en los que la terapia con corticoides e inmunosupresores no resulta efectiva. Tanto infliximab como adalimumab muestran similar eficacia y su elección se basa en las preferencias del paciente, estando sólo indicados en Enfermedad Inflamatoria Intestinal activa de moderada a grave.
Los efectos adversos más comunes son: irritación, picor y/o dolor en el lugar de administración y reactivación de infecciones bacterianas y víricas por alteración del sistema inmune.
Se recomienda su administración conjunta con inmunosupresores, ya que existe un aumento de la eficacia y una disminución de la alteración inmune frente a los anti-TNFα.
En cuanto a la forma de administración, el infliximab debe ser administrado en perfusiones intravenosas y por tanto en el hospital. En cambio, el adalimumab se presenta en jeringa inyectable y los pacientes pueden auto-inyectársela tras un adecuado aprendizaje de la técnica.
Publicado por:
Julia Sánchez Gundín
Residente Farmacia Hospitalaria